Prólogo
EXTRACTO
La historia está para descubrirla. Al investigarla se iluminan sus zonas oscuras y se enmiendan yerros asentados por la mera repetición mimética. Pues de eso, de apasionada investigación histórica, va este libro que tiene entre sus manos. Prepárese para vivir con el autor toda una aventura. Su lectura le permitirá acompañarlo en sus pesquisas en archivos históricos en los que descubrirá auténticos tesoros, viajará con él por geografías diversas, indagará en genealogías perdidas, rastreará etimologías, pura arqueología de las palabras. Aventura, erudición, pasión, curiosidad y sorpresas se trenzan hábilmente para tejer este libro que no será capaz de dejar de leer una vez que sus ojos se hayan posado sobre sus primeras líneas.
Como bien afirma el autor, en 2019 se celebraron dos aniversarios redondos: medio siglo de la llegada del ser humano a la Luna y medio milenio del inicio de la primera circunnavegación. La misión Apolo 11 tardó en alcanzar el satélite tres días; el barco de la Flota de la Especiería que dio la vuelta al mundo, tres años. La epopeya de Magallanes y Delcano —que no Elcano, como puntualiza el autor— supuso un importantísimo hito en la historia de la humanidad que probablemente no tenga hoy el reconocimiento que merece.
Hace medio milenio los humanos cobramos conciencia de nuestro planeta gracias al puñado de individuos que, navegando hacia Poniente, regresaron a su punto andaluz de partida. Comprobamos su redondez y nos acercamos a sus dimensiones. Se ha dicho, hasta la saciedad, que la expedición Magallanes-Elcano abrió la Era de la Globalización entendida en términos mercantiles. Poco se ha reflexionado acerca de la Era de la Visión Global inaugurada entonces por la Monarquía Hispánica, ya que los testimonios de sus protagonistas constituyen lo que, en lenguaje de hoy, llamaríamos el primer selfi de la humanidad, el retrato primigenio del género humano en su conjunto. De ahí que los españoles tengamos una responsabilidad especial a la hora de preservar y divulgar el relato de la primera vuelta al mundo, una de las mayores aventuras, si no la que más, de todos los tiempos.
Los años que llevamos dedicando a conmemorar el V Centenario de la gesta los ha consagrado, por tierra y mar, el autor de este libro a poner patas arriba no la gesta en sí, sino la manera en que ha sido contada a lo largo de los siglos. Animado por un sentido crítico a la altura del desafío, pero sin renunciar ni al humor ni a las referencias personales, Ramón Jiménez Fraile nos restituye, sin trampa ni cartón, una primera circunnavegación como nunca hasta ahora había sido narrada, con personajes —grumetes, mujeres, nativos…— las más de las veces ignorados, y desde perspectivas, empezando por la ibérica, inéditas.
Puesto que Clío, la musa de la Historia, ha sido siempre generosa con los osados, el autor y su equipo vieron recompensado su tesón investigador con una serie de hallazgos que están llamados a marcar el rumbo de la historiografía de la primera circunnavegación. En lo que a mí concierne, no deja de resultar sugestiva la nueva pista abierta acerca de los orígenes de Fernando de Magallanes, capitán general de la Armada de la Especiería, que apuntan a Juan Alfonso Pimentel, primer conde de Benavente, el iniciador de un linaje español con raíces portuguesas. Un honor compartir apellido con el intrépido portugués que navegó para la corona española y dejó la vida en el empeño.
En cuanto al hecho demostrado en las páginas que siguen de que el barco más importante de todos los tiempos, puesto que fue el primero en navegar el Orbe en toda su redondez, no se llamó Victoria sino Vitoria, muchos pensarán que se trata de una anécdota, pero ello no nos exime del debido respeto hacia la realidad histórica, máxime cuando la Vitoria de Magallanes abre perspectivas y horizontes hasta ahora insospechados. La investigación del porqué Vitoria y no Victoria me ha parecido un prodigio de tesón y clarividencia, que nos llevará desde los antiguos archivos, anales, grabados y crónicas, hasta monasterios y conventos, llegando el equívoco hasta a mal apellidar a los famosos y sabrosos boquerones vitorianos, que no victorianos, como al final, forzadamente, la RAE ha acabado por admitir.
Comenta el autor que la historia no es cosa del pasado, que siempre está por escribir. Él mismo ha demostrado que documentos que dormitan en archivos públicos o colecciones privadas pueden salir a la luz en cualquier momento para cuestionar nuestras convicciones. ¿Fueron de verdad dieciocho los hombres que desembarcaron en Sanlúcar de Barrameda? ¿Fue entonces cuando se produjo la primera vuelta al mundo? ¿Seguro que la decisión de llevar a cabo la primera circunnavegación la tomó Juan Sebastián Elcano? ¿Es cierto que la «nao Victoria» desapareció en un naufragio? Dudo que quienes, con amplitud de miras, se aventuren en la lectura de este personalísimo y a la vez riguroso trabajo se atrevan, en el futuro, a poner la mano en el fuego sobre estos y otros muchos asuntos.
¡Qué buen libro! Lo he disfrutado, prepárese usted, ahora, para el gozo y asombro de su lectura.
Manuel Pimentel